EEUU militariza su lucha
anti-drogas en la región
Enrique Vargas Peña
Con la excusa de su lucha contra las drogas, sobre cuya cordura existen
más dudas que certezas, Estados Unidos alienta, especialmente desde que Bill Clinton es
presidente (enero´93), el uso de las Fuerzas Armadas de los países de América Latina en
el combate a los narcóticos.
En la región existe una experiencia negativa, y oposición popular,
con respecto al uso de las FFAA en operaciones ajenas a las requeridas por la defensa de
la integridad territorial de cada uno de los países, originada - desde finales de la II
Guerra Mundial y, más específicamente, desde la implementación operacional de la
llamada "Doctrina Truman", o de "Contención del Comunismo" - en el
uso que EEUU alentó en América Latina de las FFAA locales en su confrontación con la
Unión Soviética.
Esta doctrina se resume en la idea de que los partidos comunistas eran
instrumento de la política externa de la Unión Soviética y, por tanto, debían ser
tratados como un "enemigo externo".
En base a esas consideraciones, EEUU convirtió a sus tiranías en
América Latina (los Somoza en Nicaragua, Trujillo en Dominicana, Duvalier en Haití,
Batista en Cuba, Pérez Jiménez en Venezuela, Stroessner en Paraguay) en sistemas basados
en la restricción del pluralismo político, en "demócracias sin comunismo".
Este tipo especial de "democracia" no es democracia en
absoluto, pero EEUU mantuvo la ficción, e impuso sus costos humanos en América Latina, a
pesar de las evidencias existentes acerca del horror que ella generaba en diversos
países.
Dos elementos nuevos permitieron a los norteamericanos agregar, a fines
de la de los ´50 y principios de los ´60, el corolario de la "doctrina de la
Seguridad Nacional" a la Doctrina Truman: el creciente involucramiento de EEUU en
Indochina (estaba por agravarse su intervención en Vietnam) y la aparición en Cuba de un
desafío a los tiranos delegados de Washington, Fidel Castro.
La doctrina de la Seguridad Nacional consiste básicamente en la
profundización del concepto según el cual los comunistas locales eran un "enemigo
externo". Su originalidad reside en que ella completó la idea de que el mundo estaba
en una "guerra" y en la ampliación de lo que debía considerarse como
"enemigo".
La premisa era que aunque la "guerra" era de baja intensidad,
era una "guerra total", es decir que no se desarrollaba principal o
exclusivamente en el campo de batalla, sino en las retaguardias, en los colegios, en las
universidades, en los movimientos sindicales, en los medios de comunicación y que, como
en toda guerra, el mantenimiento del control social era un objetivo militar legítimo.
Las sociedades fueron sometidas a la ley del frente y los derechos
constitucionales fueron restringidos o anulados.
Las FFAA de América Latina, según EEUU, debían atender ese
"frente interno" combatiendo al comunismo y manteniendo el control de la
sociedad, para lo cual era necesario "neutralizar" no solamente al
"enemigo" mismo sino incluso a los que no mantenían el nivel de combatividad
necesario.
Los norteamericanos impusieron esos puntos de vista a las FFAA
latinoamericanas y con la excusa de su "mejor formación profesional" para
enfrentar la "agresión" entrenaron a miles de oficiales
militareslatinoamericanos en la "Escuela de las Américas", donde se inculcó a
los hombres de armas la idea de que los cañones debían apuntarse hacia sus propias
sociedades.
Y no solamente eso. En la "Escuela de las Américas" los
norteamericanos legitimaron en sus manuales de instrucción el uso de la tortura como
instrumento legítimo de acción militar en el "frente interno".
Los resultados de esta "profesionalización" militar no se
hicieron esperar.
Los militares latinoamericanos, proclives ya por tradición a
intervenir en la vida política, se convirtieron en elementos tutelares permanentes de la
vida política, decidiendo, con el acuerdo del Departamento de Defensa de EEUU
(Pentágono), quién podía y quién no podía gobernar en los países de América Latina.
Los militares argentinos, especialmente después de la asunción del
general Juan Carlos Onganía a la jefatura del Ejército, y los brasileños tras el golpe
militar de 1964, fueron los que aplicaron con mayor rigor la estratégia de apuntar sus
cañones hacia sus propias sociedades, estableciendo en sus propios países estados
represivos muy diferentes al vigente en EEUU.
Los regímenes de Emilio Garrastazú Médici en Brasil y de Jorge
Rafael Videla en Argentina llegaron, aplicando las ideas de la "Escuela de las
Américas", a límites inauditos de represión política, con miles de desaparecidos.
Chile, aunque por causas particulares, vivió una pesadilla similar.
Después de casi tres décadas las sociedades latinoamericanas
empezaron a reaccionar y para mediados de los años 80, existía en todo el continente un
consenso amplio acerca de que las premisas que impulsaron la política norteamericana en
la región durante todo ese tiempo estaban equivocadas y, más aún, eran intrínsecamente
perversas y no respondían a ninguna necesidad real de los países de América Latina.
Las nuevas democracias locales, marcadas por la tragedia, cambiaron los
curriculums de sus institutos militares de enseñanza, desechando los manuales
norteamericanos. EEUU no se opuso a los cambios, pues estaba avergonzado de su propia
conducta (Jimmy Carter).
Pero ahora, al cabo de pocos años, la lucha contra las drogas, da un
nuevo impulso a la instrumentación de las FFAA latinoamericanas en beneficio de
políticas norteamericanas.
Los manuales de la DEA (Drugs Enforcement Administration) norteamricana
no son distintos a los de la Escuela de las Américas: la lucha antidrogas es una
"guerra", las unidades que en América Latina sean destinadas a ella deben
controlar a la sociedad, pueden detener a las personas, allanar los domicilios, violar las
comunicaciones personales, etc. sin orden judicial.
Los jueces que en los casos que involucran al narcotráfico se atienen
a los procedimientos del debido proceso son susceptibles de destitución. Si no se actúa
de esa manera, los países pueden ser "decertificados" por el gobierno
norteamericano y, consecuentemente, verse sin acceso a créditos internacionales.
El general Charles Wilhelm está recorriendo la región para felicitar
a los países que militarizan la guerra contra las drogas y alentar a los que se resisten
a dejar de oponerse al designio de Washington.
En poco tiempo más, como antes, las FFAA tutelarán los procesos
políticos en representación de EEUU, para decidir quién puede y quién no puede
gobernar según sea o no asociado al narcotráfico o, incluso, a alguna forma de
"pasividad" en la lucha contra las drogas.