La dependencia de
González Macchi
Enrique Vargas Peña
La Corte Suprema de Justicia del Paraguay, fruto de un pacto político
entre el entonces jefe del Partido Liberal Radical Auténtico, Domingo Laíno, y quien en
ese momento era presidente de la República, Juan Carlos Wasmosy, abolió el derecho del
pueblo a elegir a los administradores del Estado para instalar en la presidencia a Luis
Gonzalez Macchi por la vía de una opinión judicial.
Los integrantes de la Corte, políticamente endeudados, sustituyeron al
pueblo paraguayo en la tarea de elegir al presidente del país mediante el acuerdo número
191, de abril de 1999.
Estados Unidos, Brasil y Fernando de la Rúa podrán decir y dicen que
esto es legítimo, aunque en las democracias el pueblo, y no las opiniones judiciales,
elige a los administradores del Estado.
La razón por la que los gobiernos extranjeros convalidan la dictadura
oligárquica que González Macchi preside es preservar la influencia que les otorga el
hecho de ocupar el lugar del pueblo como fuente de legitimidad.
La dictadura paraguaya no es unipersonal como fueron la de Stroessner o
la de Stalin. Es oligárquica. El presidente no tiene poder sino como delegado de la
oligarquía. Es la oligarquía la que detenta y ejerce la dictadura. El presidente
desempeña un papel ceremonial y fusible. El poder está más esparcido y oculto.
Esto es lo que a mi juicio proyecta una falsa imagen de inestabilidad
interna.
El régimen paraguayo depende de las potencias extranjeras, de ellas y
sólo de ellas recibe legitimidad, y tiende, lógicamente, a atender deferentemente sus
pedidos en orden a asegurar en el exterior un reconocimiento que no tiene en el interior.
La pérdida de soberanía implícita en toda dictadura, en el sentido
de arrebatar al pueblo su derecho a ejercer la plenitud del poder, se extiende también
aquí a la pérdida de soberanía en el sentido del poder actuar con autonomía ante las
potencias extranjeras.
Este segundo aspecto de la pérdida de soberanía en el Paraguay nada
tiene que ver con la globalización. Tiene que ver con la usurpación.
Por la globalización, los gobiernos pierden control sobre espacios y
elementos que anteriormente podían supervisar y lo hacen de una manera natural como
consecuencia del proceso tecnológico en curso. Por la usurpación, la dictadura se
encuentra en la necesidad de ser receptiva a los intereses de las potencias extranjeras en
orden a lograr o mantener su reconocimiento.
La dependencia del régimen de González Macchi tiene más sabor a
coloniaje que a Internet y la oligarquía paraguaya funciona más como la India de los
rajaes que como país integrado al mundo.