Entreguistas
Enrique Vargas Peña
El presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso admitió en una
entrevista que concedió a la revista "Epoca", de su país, que Brasil
interviene en la vida paraguaya.
Se ha señalado ya, en numerosas ocasiones anteriores, a la luz del
vergonzoso servilismo que expone ante Cardoso, la sumisión del gobierno usurpador del
senador González Macchi a los dictados de Brasil.
Como si se le hubiera pedido confirmación, el propio presidente
brasileño ha dicho, al fin con todas las letras, que Paraguay ya no es independiente y
que sus asuntos se determinan en Brasilia, lejos de los votos del pueblo paraguayo.
Ha dicho también que gobierna al Paraguay con consentimiento y por
delegación de Bill Clinton, presidente de Estados Unidos cuyas campañas electorales se
financian, en parte, con dinero proveniente de un filipino, Mark Jiménez, que vende
computadoras a Brasil a través de Paraguay.
Nunca en la historia de nuestra desgraciada República, nunca, ni tan
siquiera cuando las tropas del Imperio del Brasil ocuparon efectivamente el país tras
nuestra derrota en la Guerra de la Triple Alianza, sufrieron los paraguayos un gobierno
tan abiertamente contrario a los intereses nacionales y tan abiertamente sumiso a los
dictados de una potencia extranjera.
El gobierno ilegítimo y usurpador del senador González Macchi, y en
realidad todo el régimen establecido el 28 de marzo de 1999 sin el consentimiento del
pueblo paraguayo, ha derogado de hecho los artículos 1 de la Constitución que dice que
"el Paraguay es para siempre libre e independiente" y el 143, que dice que el
Paraguay, en sus relaciones internacionales, se ajusta al principio de "la
independencia nacional".
El proceso que ha seguido el país hasta esta lastimosa postración en
que se encuentra, sometido a los dictados de una potencia extranjera, es largo y tiene
numerosas causas, pero se aceleró decisivamente con el atraco del 27 de diciembre de 1992
por el que Juan Carlos Wasmosy usurpó la candidatura presidencial del partido Colorado,
el primer revés serio de la transición a la democracia truncada definitivamente aquel 28
de marzo.
Al romper las reglas del juego democrático, Wasmosy y sus aliados se
vieron obligados a buscar en gobiernos extranjeros el reconocimiento que les negaba el
pueblo paraguayo, prometiendo, para lograrlo, la satisfacción de los intereses de dichos
gobiernos.
Las naciones, todas ellas, soportan en el curso de la historia momentos
terribles de oscuridad, semejantes a este que sufre el Paraguay.
Polonia perdió cuatro veces su independencia y algo parecido ocurrió
con los países bálticos. Israel fue disgregado por espacio de dos mil años. Grecia se
vio sometida por veintidos siglos.
Los usurpadores al servicio de Brasil podrán lucrar con la entrega,
pero como aquellos países, el Paraguay volverá también a ser libre en algún momento,
porque la nación paraguaya no es una entelequia sino una realidad viviente que fue capaz
de sobrevivir a Cerro Corá.