Antonio Guterres, primer ministro portugués y
presidente pro témpore de la Unión Europea pidió ayer (070600),
según los despachos de las agencias noticiosas, que Europa sancione
a Perú por la irregular reelección de Alberto Fujimori.
El pedido de Guterres es, claramente, una comedia: ni su país,
que no tiene que pedir permiso ni acuerdo de nadie para desarrollar
su política latinoamericana, ni los países europeos gobernados por
sus correligionarios de la Tercera Vía, han hecho nada
significativo en defensa de la democracia peruana.
En realidad, lo que ocurre en Perú le importa poco o nada a
Guterres, quien posiblemente tenga dudas acerca de dónde queda tan
extraño país.
Pero está obligado a realizar este pedido, que de antemano
sabe sin consecuencias, porque tiene en Europa el problema de lo que
él, él personalmente, por orden del canciller alemán Gerhard
Schroeder, hizo con Austria, democracia ejemplar del centro de su
continente.
Como se recordará, Guterres fue el mascarón de proa de la
iniciativa para imponer a Austria un aislamiento en el seno de la
Unión Europea con la excusa de un hipotético peligro para la
democracia generado por el acceso al poder en el país del partido
Liberal Austríaco de Jörg Haider, a quien se calificó de
simpatizante de Hitler.
Hay que remarcar esto. Por una hipótesis, una mera suposición,
sin otro sustento que los temores que despierta la crítica a la
corrupción de los políticos, los partidos de la Tercera Vía
impusieron a Austria sanciones que no se imponen a totalitarismos
como China o Arabia Saudita.
Por
supuesto, el acceso de los liberales al poder en Austria no afectó
a la democracia, antes bien la fortaleció, hasta el punto que
ahora, desde el pasado 6 de junio, el Partido Popular Europeo
readmitió en su seno al Partido Popular Austriaco, socio de Haider
en el gobierno de Viena, y varios políticos de aquel están
impulsando en el Parlamento Europeo la finalización de las
sanciones.
Este
es el contexto en que se presenta Guterres a pedir, pour la
gallerie, sanciones para Perú. Si las impulsó para Austria en
base a conjeturas gratuitas, cómo no solicitarlas para Perú donde
hubo irregularidades comprobadas.
Sin embargo, y por todo lo señalado, Fujimori, presidente peruano,
duerme tranquilo y uno de estos días se le verá emprendiendo
alguna gira europea en la que será recibido, tan cordialmente como
lo fue en ocasiones anteriores, por Guterres, Schroeder y demás
jefes de la TerceraVía mientras millones de peruanos viven
despojados de todo derecho.
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