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El presidente y su régimen *

Enrique Vargas Peña 

08 de agosto de 2001

 

A medida que se aproxima la fecha mágica del 15 de agosto, se va poniendo en evidencia que existe un consenso nacional acerca de la necesidad de que el senador Luis Angel González Macchi renuncie a la presidencia de la República.

Todo el país comprende, finalmente, que el citado legislador es un problema que impide la adopción de las soluciones que el país reclama, necesita y merece para salir de la triste posición en que se encuentra.


Lastimosamente el patriotismo no es una de las características de la personalidad de González Macchi, por lo que no es posible solicitarle que se vaya por el bien del Paraguay. Pero podría hacerlo por un mínimo nivel de entendimiento, pues no se necesita más para comprender que el país lo detesta.

Sin embargo, nuestro problema es más grande que González Macchi. Nuestro problema es el sistema de gobierno que nos fue impuesto el 28 de marzo de 1999.

Ahora, cuando muchos de los que apoyaron la aventura golpista del "marzo paraguayo", se encuentran con la soga al cuello (incluidos los diarios oficialistas Ultima Hora y Noticias), debería quedar claro para todos, incluso para ellos, que son los requerimientos de tal sistema los que nos han hundido como sociedad.

Brevemente: la democracia funciona cuando se permite a la opinión pública votar correctivamente y cuando para votar los ciudadanos gozan de la plenitud de sus derechos. Ambas cosas fueron restringidas severamente a partir del golpe del 28 de marzo del 99 y, consecuentemente, la función contralora del sistema democrático dejó simplemente de funcionar en el Paraguay.


Cuando eso sucede, ocurre lo que estamos sufriendo aquí: el sistema institucional termina completamente putrefacto, penetrado hasta las entrañas por la corrupción, el prebendarismo y la incompetencia sin que sirva para atender o solucionar los asuntos que la vida en sociedad exige.

Este sistema, cuyos efectos nefastos sienten ya casi todos los paraguayos, se sostiene solamente en el apoyo de Estados Unidos, en el de Brasil y en el de los privilegiados. Unicamente George Bush, Fernando Henrique Cardoso y unos cuantos sinvergüenzas locales mantienen en pie al régimen que tanto daño está causando al Paraguay.

De manera que expulsar a González Macchi del poder no es suficiente. Aquí es necesario abolir el régimen inaugurado el 28 de marzo de 1999, todo entero, para que sea el pueblo paraguayo, y no los delegados de los norteamericanos, el que gobierne en el Paraguay.

*Publicado en La Nación de Asunción el domingo 05 de agosto.

    

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