La selección paraguaya de fútbol derrotó, por primera vez en la
historia de las eliminatorias del campeonato Mundial organizado por
la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), a la de
Brasil, que venía con problemas, pero como indiscutible favorita a
obtener una de las pocas plazas que tiene América del Sur para
participar en dicha competencia.
La alegría
popular ha sido indescriptible. El fútbol es uno de los espectáculos
que es capaz de producir estos desbordes de goce colectivo,
semejantes en todo a los que las carreras producían en Roma o en
Constantinopla o, en la primera, los espectáculos circenses.
No es que no sea bueno que haya triunfos deportivos, ni que
sea malo que la gente, angustiada por tanto drama cotidiano,
encuentre, de cuando en cuando, un solaz, una alegría.
Es bueno que haya estos triunfos y es bueno que la gente los
disfrute, como lo hacemos todos.
Lo que no es bueno es el modo en que el régimen usa esa
alegría: la usa como si hubiera sido generada por sus propios méritos,
cuando lo cierto es que él nada tuvo que ver en el asunto.
Es
el pan y circo que intentaron los autócratas romanos para
alienar al pueblo y arrebatarle, usando fiestas y espectáculos,
todo el poder. Por supuesto, la libertad en Roma se perdió por
otras causas, pero los ignorantes que nos gobiernan recuerdan
solamente las anécdotas y los slóganes.
El régimen desea, pues, que por hoy, y tal vez por algunos días
más, la victoria futbolística cubra nuestra derrota cívica.
Quiere presentar como suyo el hecho de que el país amaneció hoy
mejor que si hubieran terminado sus dolores y sufrimientos, más
feliz que si hubiera redescubierto la libertad.
Itaipú, el mayor patrimonio del Paraguay, está siendo
canjeado por los dineros necesarios para pagar los gastos corrientes
de este año, pero el régimen pretende que la población ha sido
satisfecha con una victoria deportiva.
La victoria de la selección paraguaya de fútbol sobre la de
Brasil ha sido sensacional, pero los pueblos no son tan necios como
creen el senador Luis González Macchi, el ex presidente Juan Carlos
Wasmosy, la familia Argaña y sus operadores.
Nadie en Paraguay cambiará su idea
sobre el régimen porque se haya producido esa gran victoria.
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