El presidente de la República del Paraguay, Luis Ángel González
Macchi, tiene solamente dos apoyos reales que lo sostienen en el
poder: Brasil y Estados Unidos. De presentarse a una elección,
obtendría muy pocos votos y, de hecho, las únicas votaciones en
que recibió cierto apoyo fueron aquellas en las que participó
colgado del saco de Luis María Argaña.
No fue elegido por el pueblo y desde el inicio de su gestión
está siendo repudiado por un creciente número de ciudadanos.
Si González Macchi sobrevive es porque en la clase política
hay paraguayos que han estado sirviendo a los intereses de Brasil y
Estados Unidos y que prestan ese servicio, que es beneficioso para
esos países, a pesar
de
que está dañando seriamente al Paraguay.
La excusa de que los colorados deben sostener a un gobernante
tan dañino como González Macchi para defender al partido Colorado
es tan ridícula que ofende la inteligencia de la opinión pública.
El gobierno de Luis Ángel González Macchi está causando
tanto daño al Paraguay que no hay razón natural alguna que pueda
justificar apoyo hacia la continuidad de su gestión.
Eso es evidente por sí mismo. Es un dato objetivo de la
realidad que no requiere más comprobación que sufrir los embates
de la cotidianeidad nacional.
Pero Brasil y Estados Unidos distorsionan gravemente el curso
natural de las cosas en Paraguay.
Todas las excusas que se esgrimen en defensa de González
Macchi son, consecuentemente, intentos para ocultar cosas muy
turbias: o la intención de medrar o la de servir a potencias
extranjeras o ambas cosas combinadas.
Nuestra clase política está tan podrida que es muy probable
que González Macchi se salve de la caída y llegue al final del período
que sospechosamente le concedió la Corte Suprema de Justicia en
contra de la letra clara de la Constitución y de su espíritu.
Pero los paraguayos debemos saber por qué sobrevivirá, así
como ya sabemos por qué fue instalado en el poder (para favorecer a
unos pocos privilegiados).
Y así como pedimos que los responsables de los hechos aberrantes
que jalonan nuestra historia reciente no sean protegidos por el
manto de impunidad que hasta ahora les protege, debemos pedir que
los países que manipulan a gobernantes tan perjudiciales como de
González Macchi paguen también por ello cuando nuestra República
recupere su soberanía secuestrada.
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