La
globalización que es la tendencia a la liberación total y
completa de todos los mercados a nivel planetario no ha sido, ni
mucho menos, planificada o siquiera deseada por gobierno alguno.
Surgió
espontáneamente, a caballo de la Internet que es la revolución del
siglo XX. Con las comunicaciones instantáneas e imposibles de
controlar, se abrió un mundo nuevo que los pioneros se encargaron
de ir modelando, tal cual lo hicieron los pensadores y
revolucionarios del siglo XVIII, y los ingenieros e inventores del
siglo X IX y los de la primera mitad del Siglo XX.
La
globalización es una consecuencia de la libertad surgida a través
del conocimiento y la tecnología, y no de la acción de los
gobiernos. Por el contrario, todos los gobiernos sobre todo los
de las primeras potencias se encuentran buscando la manera de
anular la libertad de la Internet y limitar los efectos del mercado
mundial. Pero por si acaso, los gobiernos del Primer Mundo se
dedican también a ver cómo insertarse en lo que probablemente sea
inevitable.
La
resistencia a la globalización sin planificación gubernamental es
general en el mundo de las burocracias, que no pueden concebir un
mundo diseñado marginándolos. Si una persona, en su domicilio,
puede hacer negocios con otra persona en el Japón, en las mismas
condiciones, sin pedir permisos ni aguantar regulaciones de ninguna
clase; si puede transferir dinero o informaciones sin control
alguno; si puede comprar desde Paraguay en los Estados Unidos y
vender, sin moverse de su cómoda poltrona, en Alemania, entonces el
Estado o los Estados tal cual están diseñados hoy, tienen
las horas contadas. Y con los Estados y gobiernos, las burocracias.
El
mercado libre global es, todavía, una utopía, un ideal que está
apenas esbozado en la realidad. Las resistencias son enormes y
vienen de distintas direcciones, pero será la utopía dominante del
siglo XXI y la que diseñe, en gran medida, la fisonomía mundial.
La lucha por la libertad se dará, no ya en las calles de las
ciudades sino en los pasillos virtuales de la Internet.
Los
resistentes dicen que en ninguna parte se da el mercado libre
global. Es cierto; hasta hoy el mercado continúa parcelado,
cautivo, limitado, restringido y controlado, sometido a una cantidad
de cortapisas que hace que el consumidor no sea, como debe ser, el
soberano absoluto. Y eso seguirá todavía por mucho tiempo, y tal
vez haya avances y retrocesos en el proceso de liberación de los
mercados; pero el mercado libre global es una aspiración que ya no
puede detenerse y que prevalecerá en el futuro.
Las
crisis que estamos viviendo hoy se deben a que el mundo está
cambiando desde abajo y los gobiernos no encuentran la forma de
adaptarse o resistir con ventaja. En el Primer Mundo se busca la
adaptación y en el Tercero prevalece la resistencia. Esto permite
suponer que el Tercer Mundo continuará tan desdichado como siempre,
hasta que sus elites reciban aunque sea por milagro el soplo
de la inteligencia o hasta que , por culpa de su miserabilidad, sea
devorado.
El
mundo del conocimiento, que se abre ancho y desconocido, hace
trabajar las inteligencias del Primer Mundo y los miedos del
Tercero. Cuando por fin advenga el mercado libre mundial, el Primer
Mundo estará allí proveyendo todo, mientras el Tercero gemirá,
como hasta ahora, tratando que alguien le arroje un mendrugo de pan.
Y no tendrá siquiera el arbitrio de la guerra, puesto que el
Primero Mundo será tan poderoso que bastará pulsar un botón para
eliminar las excrecencias.
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