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LOS FASCISTAS CONTRA LA LIBERTAD DE PRENSA.

Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)

La libertad de prensa es una de las libertades sin la cual la democracia no puede funcionar. De hecho, ha sido el primer blanco de los totalitarismos de izquierda o de derecha. Durante las monarquías absolutas aparecidas bajo el manto del cristianismo católico, no existió.

No existe sistema de libertades sin libertad de prensa, ni régimen opresor con ella. Parece ridículo estar hablando de esto ya en el siglo XXI, pero es que en el Paraguay el problema es de una actualidad siniestra: Abogados y periodistas fascistas, en comunión con un Poder Judicial sometido al poder político, están buscando silenciar las pocas voces libres que quedan en el país.

El pretexto es ahora un artículo del Código Penal que condena la "apología del delito". Apología quiere decir "alabanza" y en cualquier lugar civilizado de la Tierra se entiende por "apología del delito" la alabanza que se hace de algo que sea reputado como un crimen punible. En el Paraguay, aunque parezca mentira, dar lugar a que un perseguido político hable en su defensa, es "apología del delito".

El Gral. Oviedo es un perseguido político por las siguientes razones: Fue juzgado por un hecho que no cometió, y fue sobreseído por la Justicia Ordinaria. Pero inmediatamente se formó un Tribunal Militar Especial, inconstitucional, que abrió un proceso a un tercero, en el cual se lo involucró como cómplice. El tercero, el Gral. Sindulfo Ruiz Ramírez fue sobreseído y el cómplice fue condenado a diez años de prisión militar.

La Corte Suprema de Justicia, en un fallo aberrante, convalidó la acción del Tribunal Militar Especial, que no podía existir. Esta es la famosa condena de Oviedo. Y todo esto le vino encima cuando tuvo el atrevimiento de ganar las elecciones internas de su partido para obtener la candidatura a la presidencia de la República.

Es obsceno, pero es así. Se puede revisar el proceso desde la A a la Z y se encontrarán perlas fantásticas. No se le permitió defenderse, por ejemplo.

A Oviedo también se lo quiere involucrar en el misterioso episodio en el que perdió la vida el Dr. Luis María Argaña. Se han presentado tres testigos principales, y los tres fueron descubiertos falseando sus testimonios. Pese a los esfuerzos del juez no se ha podido comprobar nada, ni siquiera que el Dr. Argaña haya estado vivo en el momento del supuesto atentado. Los periodistas afectos al régimen – que fue construido sobre la patraña relatada – ya han condenado al Gral. Oviedo.

Es obsceno en verdad, pero es así.

Ahora se intenta silenciar a todos los que exigen revisión de los procesos y dan cabida a las declaraciones y explicaciones de Oviedo. Si Emile Zola estuviera en el Paraguay, estaría, como yo, perseguido por "apologista del crimen". Me pregunto si alguien podrá ejercer la defensa de Oviedo en el Paraguay, si defender su derecho a un juicio justo es "apología del crimen".

Desde luego el motivo de la denuncia contra la prensa libre tiene otras motivaciones que no se me ocultan. Se trata de amedrentar a todo el mundo, para que nadie ejerza su derecho a disentir. Es la movida fascista típica, o mejor dicho de todos los totalitarismos. La mordaza es " la elocuencia de los tiranos, apagan la voz del hombre libre, para que el silencio cubra sus crímenes" (frase atribuida a Vergniaud, a punto de ser ajusticiado en la guillotina).