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La herida lineal

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

07 de setiembre de 2000

  

La historia clínica del Dr. Luis María Argaña, realizada en el Sanatorio Americano, a las 09.50 del 23 de marzo de 1999, firmada por los Drs. Fracchi, García Varessini, Ayala y Benítez, consigna, entre las marcas visibles a primera vista, una “herida lineal de ocho centímetros de longitud en región dorsal post. derecha”.

Esta herida lineal no fue examinada en la autopsia realizada por el Dr. José Bellasai, quien además ignoró el estómago y el higado, pero puso cuidado en seguir la trayectoria de una bala calibre .38 que penetró en la cadera con rumbo al sur – porque fue disparada de arroba para abajo – y terminó en el  norte, atravesando un corazón que ya no se encuentra a disposición de la Justicia porque el Dr. Bellasai lo regaló, el día del padre, a la familia del muerto.

El Dr. Bellasai, ahora en el centro de la tormenta porque realizó una autopsia plagada de irregularidades indignas de un médico de su prestigio, ha hecho una feroz defensa de su participación en el suceso llamado “caso Argaña” pero siguió olvidando la “herida lineal”.

Por todas las radios de Asunción llenó de insultos al médico que examinando la “historia clínica”  de Argaña dijo que había cosas imposibles. El cadáver, por ejemplo, contenía en los pulmones y el corazón sangre negruzca y coagulada, que en todo el mundo parece ser que corresponde a un cadáver con varias horas de haber pasado a otra vida. No pudo el Dr. Bellasai explicar el fenómeno – como no puede explicar la trayectoria dela bala mágica – con todos los insultos que encontró a mano, y tampoco pudo explicar que diablos hacía esa impertinente “herida lineal”.

Los médicos que redactaron la “historia clínica” se cuidaron muy bien  de no mencionar la herida lineal, pero no le dieron la menor importancia. Bellasai la ignoró por completo, y si no hubiera sido por el Dr. José Flores, hubiera quedado para la revisión histórica.

Ocurre que la rigidez cadavérica, o rigor mortis, afecta solamente los músculos, y que un cadáver de varias horas tiene la mala costumbre de quedarse rígido. Como aparentemente Argaña murió en la cama, sentarlo en una camioneta para ser fusilado posteriormente resultaba muy difícil.

Si es cierto que murió antes de medianoche, para las ocho de la mañana del 23 de marzo de 1999 debió estar bastante rígido.

La “herida lineal” es una herida limpia, no punzante. Tiene ocho centímetros de longitud, y no se sabe todavía cuanto de profundidad.

Parece como se parece una gota de agua a la otra, una herida de bisturí.

Es recta, y por las fotografías parece la incisión típica de un cirujano.

Si la herida lineal es de bisturí tiene una sola explicación: el corte de los rebeldes músculos sometidos ya inexorablemente al rigor mortis.

El cadáver de Argaña, después de esa operación, quedó listo para ser conducido, sentado, al lugar donde iba pasar, de prosaico muerto por infarto o muerte súbita, a obtener la palma del martirio... y de paso, destruir la convivencia paraguaya.

Poco a poco el rompecabezas de la muerte de la única persona que  impedía el juicio político al Ing. Cubas porque los liberales no aceptarían  jamás su presidencia, se está aclarando. Y la “herida lineal” resulta un factor de importancia primordial. Parece que, como es habitual, el cadáver está contando lo que ocurrió.

    

  

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