Las esperanzas paraguayas para una mejoría de la situación
carecen de cimiento sólido. Si se examinan todos los “mensajes”
y las opiniones de fin de año de los funcionarios, legisladores y
políticos, se verá que expresan, si ello fuera posible, el vacío
absoluto.
El Paraguay es el reino supremo de la imitación , y la
repetición hasta que caen de viejas, de creencias que alguien
expresa en el mundo exterior. Como está inmerso en una indudable
ignorancia, y se mantiene improvisando, se siente deslumbrado por
los comediantes argentinos cuyas poses, ideas y modismos adopta a la
velocidad de la luz. Pero el paraguayo medio no adopta las actitudes
válidas de otros pueblos, sino que se especializa en la
superficialidad.
El discurso del Dr Franco, vicepresidente de la República, ha
sido el mejor ejemplo de la vacuidad, en un país donde la vacuidad
es general. Ha sido capaz de ocupar media hora de todos los medios
de difusión para decir nada. No cito el “mensaje” del senador
Gonzalez Macchi, que gracias a la embajada de los Estados Unidos de
América usurpa el gobierno de la República por que siento
vergüenza.
Antiguamente se decía que la naturaleza odiaba el vacío. Era un
dogma científico, y miles de teorías fueron elaboradas sobre ese
principio. Si existía un vacío, algo lo llenaba. Pero es evidente
que la naturaleza tiene leyes que se detienen en las fronteras
paraguayas. En el Paraguay se ama el vacío, que jamás es ocupado
por nada que no sea un vacío similar.
Cuanto más vacuo, ignorante y ramplón es un político; cuanto
menos ideas tiene; cuanto más habla y dice menos, tiene más éxito
en un país donde el pueblo tiene por timbre de honor ser maltratado
y donde la inteligencia es un pecado.
¿Se puede esperar progreso y desarrollo, en estas condiciones?
Hay que ser un necio mayúsculo para creerlo. Pero en realidad no
estoy diciendo toda la verdad. Es que los funcionarios, políticos y
hasta periodistas, que aparecen como los abanderados del vacío, son
astutos: Ellos sacan réditos económicos evidentes de la vacuidad
que tan cuidadosamente exhiben.
El 2002 será idéntico al 2001, solo que peor, y el 2003
seguirá idéntico. El futuro paraguayo fue trazado hace siglos por
su primer dictador, Gaspar Francia, cuando dijo que “los
paraguayos seguirían siempre siendo paraguayos, un montón de
tapes, un país de pura gente idiota”.
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