En La
Nación de Buenos Aires, Mariano Grondona, se preguntaba si los
argentinos son ingobernables o ingobernados. Ponía el énfasis en
la gobernabilidad. El problema sería de hombres, es decir, entre
los que sabían gobernar y los que no. Cuando la Argentina tuvo
dirigentes que sabían gobernar, progresó; cuando no, estalló en
revueltas. Y eso, casi con matemática regularidad, dice Grondona,
ocurre cada diez años en su país.
Creo que el
enfoque, que parte de la base de una constancia histórica
indiscutible - Argentina estalla efectivamente cada diez años
-está equivocado. Yo pienso que se trata de una cuestión de
sistema, que no permite mantener en o desde el gobierno, una
conducta popularmente aceptable.
La
democracia latinoamericana es, en realidad, partidocracia. Los
latinoamericanos no eligen gente, eligen abstraciones. Los partidos
son, en Latinoamerica, instituciones que no plantean solamente
cuestiones ideológicas, doctrinarias o electorales, sino que ,
desde fuera de las instituciones organizadas por las Constituciones,
gobernan efectivamente. El presidente del partido, a veces, es más
importante que el presidente de la República.
La
institucionalización del partido como elemento de gobierno, está
consagrada por el sistema de representación proporcional y las
leyes electorales que derivan de él. La gente no puede elegir
personas, elige listas. En esas listas no figuran los preferidos del
p{úblico, sino los preferidos de las cúpulas. Los elegidos no
tienen vinculación con el elector, sino con las cúpulas, a las que
deben lealtad y obediencia. Se rigen por el principio de
preferencia, que dice que un elegido será leal a quen hizo posible
su elección.
Lo cíclico
de los estallidos se produce porque el sistema permite muy poco
margen para el buen desempeño. Se basa en algunas personas
excepcionales, no en un conjunto de reglas que evite que alguien se
salga de madre. Cuando el ho0mbre excepcional dsaparece, impera el
sistema en toda su crudeza, y provoca, con sus desmanes, los
estallidos.
Yo sostengo
que la partidocracia es el mal de las democracias latinoamericanas,
y que mientras este sistema no sea substituído, las crisis
seguirán apareciendo y provocando los estallidos.
Hoy el
pueblo argentino, casi por intuición, está condenando, no
solamente los desmanes de gente que no ha sabido gobernar,sino todo
el sistema. Condena a todos los políticos por igual, prque siente
que allí se encuentrala raiz de sus desdichas. No quiere que
alguien sepa gobernar, sino una nueva forma de gobierno. En
realidad, lo que están buscando ahora, es gobernarse realmente a si
mismos.
|