El
Paraguay es hoy un país tutelado. Tanto los Estados Unidos de
América como la Rca. Federativa del Brasil, han decidido hacer con
el Paraguay lo que importa a sus intereses.
Lo
primero, en esta campaña, es eliminar al hombre que una mayoría
entre la que no me encuentro debo decirlo de los paraguayos
quieren como presidente de la República. Nadie se queda atrás en
esto de ejercer presión sobre los paraguayos; los viejos
imperialistas, hoy en el Parlamento Europeo, también quieren meter
su cuarto a espadas, porque el Paraguay, de repente, se convirtió
en algo importante.
Los
paraguayos no sabemos de que se trata, pero todo el mundo se afana
por hacernos saber que lo de la Independencia fue un sueño pasajero
y que ahora prima un solo designio: Paraguay para cualquiera,
excepto para los paraguayos.
En
realidad hemos sido impresentables a lo largo de la historia; hay
que reconocerlo. Solamente nosotros tuvimos un Gaspar Rodriguez França;
nadie más que nosotros pudo haber tolerado un Carlos Antonio López
y después venerarlo como si hubiera sido Marco Aurelio; ¿qué otro
país hubiera sufrido a Francisco Solano López? Las potencias
extranjeras no dieron una Constitución que hicimos añicos en menos
de setenta años y después, volvimos a ser españoles hasta la médula:
los de arriba a oprimir y los de abajo a obedecer.
Ahora,
me pregunto ¿estaremos mejor? Tenemos un gobierno oligárquico que
hace lo que quiere siempre que los tutores miren para otro lado. Una
Justicia que falla siempre a favor del Ejecutivo. Un Congreso donde
la mayoría no sabe firmar, y los que saben firmar no saben para que
sirve ese conocimiento.
Solamente
imperan los ladrones, como Juan Carlos Wasmosy, que con dos mil
quinientos millones de dólares de activos puede comprar hasta a los
tutores.
Los
tutores explican su actitud diciendo que no hay otra alternativa
para el Paraguay que mantener las cosas como están. Una revolución
de Oviedo, por ejemplo, los vuelve locos porque podría hacer
temblar las estructuras que han sido calificadas como las más
corruptas del mundo.
Incapaces
de ver algo mejor para el Paraguay, que debe haber me
imagino, los tutores se dedican a inventarle delitos al pobre
Oviedo, que no existen ni en la Biblia, como diría Joseph Conrad.
En
mi opinión los paraguayos necesitamos tutelaje, pero de Winston
Churchill, por ejemplo, y no de William Clinton. Para deshonestos,
inmorales y mentirosos nos bastamos plenamente. Necesitamos
tutelaje, pero no de Fernando Henrique Cardoso, cuyo pasado
intelectual no es demasiado gratificante. Necesitamos tutelaje, pero
de Alberdi no de de la Rua.
De
cualquier manera somos un país que ha sido derrotado y aplastado, y
que condecora a los vencedores. Los Grales. estadounidenses, que en
su país se guardan muy bien de hablar siquiera del estado del
tiempo, vienen aquí , como proconsules, y dan directivas políticas.
Vivir este tiempo para un paraguayo, es atroz.
Pero
al mundo no le importa un pepino de lo que sintamos los que hemos
nacido aquí. Es más importante la opinión de Peter Romero, que ni
siquiera tiene patria. Y ¿saben qué? Todo esto está haciendo que
Lino Oviedo, de político partidista que era, se convierta en una
especie de héroe nacional.
La
estupidez de los tutores y la infamia del tutelaje hará que alguna
vez tengan que aplastarnos con las armas.
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