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La cultura de la violencia

Alberto Vargas Peña (F. Libertad) 

18 de agosto de 2000

  

Escribo – debo confesarlo – bajo una fuerte impresión de pesimismo, porque constato que en el Paraguay las fuerzas de la indecencia son demasiado fuertes. Se está preparando, a ojos vista, un fraude electoral cantado por la gente que siempre ha tenido la cultura del fraude.

Públicamente se dice en discursos en el seno del argañismo, que se tienen comprados a los tres ministros del TSJE.

Se  informa, de fuente segura, que los tres ministros del TSJE habrían decidido que habrá una instancia única para entender sobre las absurdas impugnaciones presentadas contra la límpida victoria electoral de Dr. Julio César Franco, y que en esa instancia única, llevada adelante a puertas cerradas entre tres personas de filiación oficialista – Alberto Ramírez Zambonini es lainista, Rafael Dendía es caballerovarguista y Juan Manuel Morales es wasmosista – se producirá el fraude que desvirtúe, otra vez, la voluntad popular.

Cuando se encuentra en juego un botín como es el estado paraguayo, aunque desangrado todavía productivo, presumir independencia en quienes responden a intereses subalternos es más que inocencia, locura.  Por eso es que los discursos de los argañistas son preocupantes. Hay que partir de la base que el plan está hecho para funcionar y que las elecciones del 13 de agosto pueden ser desvirtuadas en el TSJE.

La solución a este problema es exigir que los tres ministros cuestionados, y de los que nadie puede esperar imparcialidad a priori, se inhiban , y que sea un TSJE ad hoc el que juzgue las actas impugnadas, en presencia de los abogados de ambas listas y los veedores de la OEA. Hay que impedir a toda costa, por lo menos, que el análisis de las impugnaciones se lleve a cabo a puertas cerradas.

¿Por qué se quiere examinar las impugnaciones en secreto y a puertas cerradas, sin la participación de los apoderados de los partidos y los veedores internacionales si es que es verdad lo que pregonan los discursos de los dirigentes argañistas? Si se tiene la intención de ser decente, no se esconde uno, ni se oculta en la obscuridad. Se vive y se procede a la luz del sol.

Los eternos fraudulentos, los que jamás han ganado una elección limpia, son los que plantean ahora- y lo difunden sin vergüenza- el ardid final,,diciendo contar con la complicidad de gente que no puede, a priori como he dicho, ser calificada como imparcial. Domingo Laíno, si pierde el argañismo al que apoyó, se convertirá en un cadáver político; Wasmosy, si pierde el argañismo, se convertirá en preso común y Caballero Vargas, si pierde el argañismo, se convertirá en algo menos que nada. ¿Cómo pensar entonces que sus hombres, que ocupan los tres cargos del TSJE examinarán decentemente las actas electorales, que no tienen reclamos de ninguna clase, si lo hacen en secreto? ¿Cómo pensar que el secreto es para beneficiar a la verdad y no al fraude? ¿ Como suponer que  estos tres dirigentes señalados liberarán a los tres ministros de sus conocidos compromisos políticos?

Lo único que se puede suponer también a priori es que los tres  ministros del TSJE  cumplirán con sus compromisos y torcerán la voluntad del pueblo paraguayo. Por lo menos eso es lo que están diciendo públicamente gente que asegura tener comprados a esos ministros y que tiene el antecedente de haber expresado, toda su vida, una profunda cultura del fraude. ¿Acaso no fue Blás Riquelme quien dijo que para ganar las elecciones de 1993 iban a hacer trampa, y la hicieron?

No puedo negar mi profunda preocupación acerca del asunto, porque si seguimos con la cultura del fraude, y el fraude vuelve a triunfar, tendremos que decirle adiós a la democracia, y ahora ya somos demasiados los que nos negamos a hacerlo. 

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