En
la búsqueda de una salida para la crisis paraguaya se está
hablando de dolarizar la economía con el objeto de dotar al país
de una moneda estable confiable
y darle una imagen de seriedad y confianza de la que hoy carece.
Al
examinar el tema de la dolarización, es decir el reemplazo de la
moneda paraguaya por la estadounidense, apareció una nueva
propuesta, la de adoptar, como antaño, el llamado patrón
oro.
El
patrón oro comenzó a desaparecer en el mundo en 1946, cuando
en los acuerdos de Bretton Woods se resolvió que solamente los
Estados Unidos mantuvieran el sistema, aunque sin la libre
convertibilidad.
Desapareció
por completo cuando en 1971 el entonces presidente Richard Nixon
resolvió eliminarlo. (fuentes: El Dinero de Kenneth Galbraigth, La
Libertad de Elegir,de Rose y Milton Friedman y Los Perjuicios del
Dinero, de Milton Friedman).
La
eliminación del patrón oro no se debió a defectos del
sistema sino a la escacez del metal monetario, que estaba almacenado
en su mayoría en Fort Knox en los Estados Unidos y, sobre todo, a
la imposibilidad que manejar la moneda basada en la rigidez
del sistema. Los gobiernos, imbuidos de las doctrinas de Lord John
Maynard Keynes, consideraban, en ese entonces, al manejo
monetario es decir el manejo de la inflación como parte
de sus prerrogativas.
El
patrón oro , lo reconocen todos los economistas de nivel
mundial, no desapareció por defectos intrínsecos o por obsoleto o
impracticable, sino porque los gobiernos, dentro de ese sistema, no
podían manipular la moneda. Dentro de un sistema dirigista, eso era
inconcebible.
El
patrón oro sigue siendo pues la mejor alternativa para
sostener y convertir en seria mundialmente seria una moneda.
Lo que hay que ver es si un país como el Paraguay puede adoptar tan
fácilmente el patrón oro como puede adoptar el dólar
estadounidense como su propia moneda.
Para
adoptar el patrón oro es necesario disponer de la cantidad de
oro
físico que se
requiere para darle una paridad firme al guaraní, al precio actual.
El
Paraguay tiene en reservas monetarias algo más de setecientos
millones de dólares, aunque quizá disponibles de inmediato para
comprar oro físico o sus certificados no pasen de cuatrocientos
millones. Sería posible, por lo tanto, ir al patrón oro
cambiando 3.500 guaraníes por 1 guaraní oro. El problema sería la
convertibilidad por la dificultad de la reposición.
Adoptar
el dólar o el oro produciría una serie de resultados beneficiosos,
y le sacaría a los políticos la posibilidad de jugar con la moneda
destruyendo la economía. Garantizaría el Presupuesto equilibrado,
la seriedad del país y la libertad económica. Quizá adoptar el dólar
sea inmediatamente más rápido y fácil que adoptar el patrón
oro pero las dos cosas se pueden hacer con idénticos resultados.
La
ventaja de la dolarización es que se tendría una moneda universal,
en la cual están fijados prácticamente todos los precios
mundiales y es la base del dinero del futuro, el dinero plástico.
Con el guaraní oro inconvertible no sucedería lo mismo. Como
quiera que todos los países se van acomodando a sistemas
supranacionales mayores,
y éstos buscan adoptar una moneda única, sería más práctico
para el Paraguay adoptar ya la moneda que es, ahora mismo, la moneda
prevalente.
Está
claro que la discusión ya no debe plantearse sobre el plano teórico
de si el patrón
oro es o no obsoleto, sino de cual de las dos alternativas es más
conveniente en el mundo de hoy y para el futuro que se dibuja en el
horizonte.
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