Fernando
de la Rúa y Fernando Henrique Cardoso han dicho, con una forzada
sonrisa en los labios, en Quebec, que tienen la intención de
impulsar el MERCOSUR. Ambos estaban con las manos a la espalda y los
dedos
cruzados, como dos enamorados que se juran lealtad mientras
piensan cada uno en una pareja diferente.
En
el Paraguay muchos paraguayos piensan - y yo soy uno de ellos - que
el MERCOSUR ha entrado en una agonía de la que no saldrá con ningún
tipo de terapia intensiva. Simplemente su organismo ha colapsado y
los cables que lo intentan revivir no pueden hacer milagros. El
monitor señala una línea casi continua porque las palpitaciones se
van haciendo cada vez más espaciadas. El veneno llamado ALCA está
haciendo su efecto y la Argentina, quizá antes de noviembre,
termine de firmar un acuerdo con los Estados Unidos que termine de
una buena vez con este fracaso que es el MERCOSUR.
Yo
creo que la muerte del MERCOSUR será un gran acontecimiento para el
Paraguay, que solamente ha cosechado abrojos en el emprendimiento.
El Paraguay nunca debió entrar en el MERCOSUR. Este era un
acuerdo brasileño-argentino para proteger las industrias de ambos
países, no competitivas a escala mundial. El Paraguay se metió por
razones políticas, porque su economía pedía a gritos otro tipo de
estrategia. El Gral. Rodriguez,
que
deseaba blanquearse políticamente, insistió en el ingreso del
Paraguay al MERCOSUR como insiste un suicida en arrojarse de cabeza
de un duodécimo piso.
A
él le importaban poco las consecuencias puesto que no era productor
de nada y era multimillonario a una escala mundial. Necesitaba
desesperadamente que lo recibiera alguien, y encontró a José
Sarney y a Raúl Alfonsín, que como no tenían la menor intención
de cumplir con lo establecido como base del MERCOSUR lo recibieron
con los brazos abiertos. Pero en el Paraguay hubo quien se opuso
porque sabía lo que ocurriría. Y ocurrió.
Los brasileños y argentinos jamás tuvieron la menor intención
de abrir sus mercados; lo que querían era ganar los ajenos. Los
brasileños se aprovecharon de los argentinos - así como de los
paraguayos - y jugaron
sucio
desde el principio. Ahora, la jugada final se llama "devaluación"
y la respuesta argentina se llama "decepción" y ALCA.
Para el Paraguay la defunción del MERCOSUR será altamente
beneficiosa: podrá recuperar su libertad de acción, convertirse en
puerto franco o paraíso fiscal hasta que pueda reconvertir su
industria y su producción y hacerla competitiva a nivel mundial.
Podrá integrarse al ALCA, esperando que los asociados abran sus
mercados sin condición alguna, como nosotros abrimos los nuestros
dentro de una competencia abierta y libre.
Brasil es un asociado tramposo, que siempre juega para sí.
Como es gigantesco, caminar a su lado implica el riesgo cierto de
ser pisado. Es cierto, siempre estará allí, pero si los paraguayos
somos inteligentes, serán los brasileños los que financiarán
nuestro desarrollo, y no nosotros, un famélico y raquítico país,
el de ellos.
Se anuncia la muerte del MERCOSUR. Los paraguayos la
recibiremos con alborozo.
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