La
intervención extranjera comenzó abiertamente en el Paraguay el 23
de abril de 1996. Desde luego que antes la influencia de Brasil y
Argentina era decisiva, y la de Estados Unidos, pero después de la
guerra 1864-1870 fue bastante solapada. Es que en el mundo se
hablaba de la doctrina de la no intervención en los asuntos
internos de países soberanos y de la autodeterminación de los
pueblos.
Franklin
Delano Roosevelt intervino abiertamente para hacer elegir presidente
al Gral. José Félix Estigarribia, en contra de la opinión
mayoritaria del Partido Liberal que deseaba la presidencia de Jerónimo
Zubizarreta, y Peró intervino decisivamente para salvar la
dictadura de Higinio Morínigo en 1947, cuando las tropas
gubernistas huían en desbandada frente a los revolucionarios de
Concepción. El Brasil y los Estados Unidos intervinieron para
sostener la dictadura de Alfredo Stroessner, hasta que sus intereses
les indicaron que deberían cambiar.
Maura
Harty, embajadora de William Clinton intervino sin recato, acompañada
de argentinos y brasileños no hay que olvidar la intervención
de los europeos para sostener el gobierno de Juan Carlos Wasmosy
y luego para derribar el gobierno del Ing. Raúl Cubas. Harty
presionó descaradamente a la Corte Suprema de Justicia
paraguaya para que apareciera una resolución inconstitucional
e ilegal consagrando presidente al senador Luis González Macchi.
Los Estados Unidos intervienen abiertamente, mediante el Sr Stephen
Mc Farland para sostener el gobierno de González Macchi.
El
pretexto de las intervenciones es siempre el de proteger la
democracia; la razón verdadera es fortalecer la presencia económica
de los países interventores en una región estratégicamente muy
importante.
España,
por ejemplo, quiere apoderarse del negocio de los combustibles vía
REPSOL-YPF y necesita que Euclídes Acevedo, su hombre, se encuentre
en el gobierno; Brasil quiere seguir dominando Itaipú, y por
consiguiente respalda al Dr. Planás, que le concede todo lo que
quieren; la Argentina desea los negocios de Yacyreta, por lo cual De
la Rúa apoya a González Macchi; los Estados Unidos quieren las
telecomunicaciones y la energía, y los negocios de frontera, por
eso apoyan a Wasmosy vía Mark Jiménez. La democracia no tiene nada
que ver con todo esto.
La
intervención extranjera en el Paraguay se ha vuelto descarada. Cada
día que pasa aparecen nuevos casos de intervención, y los
embajadores ya
no son diplomáticos
sino procónsules. Discuten
abiertamente los negocios y hablan con sus hombres en el gobierno,
que no cuidan ya ni las apariencias. Para los interventores el argañismo
es la clave de la continuidad de los negocios y la apertura de otros
más lucrativos, por eso están haciendo lo posible por conservar a
González Macchi en el sillón presidencial.
¿Qué
saldrá de todo esto? Probablemente el 13 de agosto el Paraguay se
pronuncie por la verdadera democracia y pida, con sus votos, la
salida de González Macchi del gobierno. ¿Dejaran los interventores
que esto suceda?
El
Paraguay era una nación digna; hoy sigue siendo digna, pero de lástima.
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