LA INTERVENCIÓN
ESTADOUNIDENSE EN EL PARAGUAY
Alberto Vargas Peña (miembro de la Fundación Libertad)
Yo afirmé en un artículo publicado en La Nación de Asunción, que
después de entrevistarse con Maura Harty en la Embajada de los Estados Unidos, el
entonces Vicepresidente Dr Luis María Argaña había salido muerto. Salió caminando,
pero ya estaba muerto. Sus ideas lo condenaron.
Afirmé también que a los asesinos del Dr Argaña había que buscarlos
en la Embajada de los Estados Unidos, como debió hacerse para encontrar a los verdaderos
asesinos del Gral Ramón Rosa Rodriguez. Y afirmé que el complot que destruyó la
democracia paraguaya y dio al traste con el gobierno constitucional del Ing. Cubas fue
tramado por y en la Embajada de los Estados Unidos de América, la "gran
democracia" y "defensora de la libertad de los pueblos".
Por supuesto me basaba en evidencias circunstanciales y en el análisis
de los acontecimientos que sucedieron desde Agosto de 1998. Maura Harty, la Embajadora del
Tío Sam el Hijo de Sam, de acuerdo con lo que los paraguayos estamos sufriendo
no ocultó jamás su determinación de hacer todo lo lícito e ilícito para
derribar al gobierno, desde la presión enmascarada a la más desembozada, pasando por la
compra de militares y la organización de fuerzas de élite. La conspiración que culminó
en marzo de 1999, tiene todos los requisitos como para ser considerada una clásica
conspiración de la CIA: Atentados y asesinatos, previstos justo a tiempo y en
combinación con una protesta popular inducida mediante promesas, para paralizar y
destruir a un gobierno desafecto. De esto a mi no me cabe ninguna duda.
¿Le quedan dudas a alguien en el Paraguay? Con la actuación de
Stephen Mac Farland, encargado de negocios de los Estados Unidos de América, deberían
quedar completamente despejadas. Ha afirmado que el "gobierno de los Estados Unidos
respalda al gobierno paraguayo que es un gobierno democrático" . Tamaño disparate
solo es explicable en un estadounidense cuando quiere mantener una situación creada por
ellos mismos. Dijeron que el gobierno de Diem en Viet Nam era democrático cuando
todos decían que apestaba a corrupción y dictadura hasta que tuvieron que
asesinarlo, como acaba de ser reconocido por la CIA. Y lo dijeron porque era
"su" gobierno, su hechura. Era "su" hijo de puta, como denominaba
Franklin Delano Roosevelt a Anastasio Somoza padre, a quien impuso en el gobierno de
Nicaragua, para felicidad de los nicaragüenses y progreso de los empresarios de pompas
fúnebres.
El gobierno paraguayo no es democrático, no es legítimo ni es
constitucional. Basta con mirar, superficialmente, la Constitución paraguaya para tener
la certeza de esa realidad. No ha sido elegido por el pueblo ni se ha atendido a lo que
establece el artículo 234, de sucesión presidencial. Nadie en el Paraguay, ni Luis
Gonzalez Macchi cree que este gobierno sea democrático. Sin embargo Mac Farland lo
afirma, en nombre de la "gran democracia del Norte" que tiene el más siniestro
doble discurso en lo que se refiere a libertad, derechos humanos y legitimidad. Los
países totalitarios tienen por lo menos la sinceridad de su ferocidad; Estados Unidos de
América miente, hipócritamente, Biblia en mano, para el mismo propósito: Esclavizar a
los pueblos.